lunes, 6 de noviembre de 2017

Queen Esther... Dios bendice la obediencia.

Hace tiempo, mi mamá me mandó a comprar al supermercado una bolsa de naranjas para hacer zumo, quería decir que no podía ir, pero al final decidí ir...¡Gracias a Dios, la experiencia fue mejor de lo que me imaginé!: pude dar un paseo por la calle Mayor de Alcorcón, vivo en Alcorcón, pero recuerdo que ése día fue como ir de excursión. 
Aunque ya había ido muchas veces a ese mismo supermercado, me lo pasé genial.
Descubrí el precio de muchas frutas, el paseo me ayudó a analizar buenos productos para comer de forma saludable.
Mucha variedad de frutas y verduras.
Después me pasé por la sección de productos de belleza y eso ya fue la bomba.
¡Tuve que posar para sacarme fotos y todo!.
¡Me sentí como un cerdo en un charco!.
Lo mejor de todo: lleve las naranjas a casa con las que hicimos zumo y mi mamá me recompensó con un cepillo de pelo que llevaba tiempo deseando tener.
El amor de los padres es algo que no comprendo con exactitud, ya que hay cosas que no se pueden medir.
El amor no se puede medir.
Ése día en concreto me hace pensar que Dios siempre recompensa la obediencia de sus hijos sobrepasando mucho más allá de sus mayores expectativas, al menos las mías Él las desborda.
La Biblia dice que Dios recompensa a los que le buscan y soy un testigo fiel de que Dios recompensa a los que le obedecen.
Obedecer.
Obedecer sin necesidad de entender el porque, así de sencillo, sin entender como un niño.
Estoy en fase de crecimiento, pero siempre anima saber que Dios siempre es fiel.